¿Cómo se enfrenta usted al dolor? Me temo que la mayoría de ustedes lo hace de una manera muy superficial.
Nuestra educación, nuestra enseñanza, nuestro conocimiento, las influencias sociológicas a las que estamos
expuestos, todo nos torna superficiales. Una mente superficial es la que escapa acudiendo a la iglesia, a alguna
conclusión, a algún concepto, a alguna creencia o idea. Todos esos son refugios para la mente superficial que
sufre. Y si no podemos encontrar un refugio, construimos un muro alrededor de nosotros y nos volvemos cínicos,
duros, indiferentes, o escapamos hacia alguna fácil reacción neurótica. Todas estas defensas contra el sufrimiento
impiden una futura investigación […].
Por favor, observe su propia mente, observe cómo justifica sus sufrimientos, cómo se absorbe en el trabajo, en
las ideas, o se aferra a una creencia en Dios o en una vida futura. Y si ninguna explicación, ninguna creencia ha
sido satisfactoria, escapa a través de la bebida, del sexo, o volviéndose cínico, duro, amargo, irritable […].
Generación tras generación, ello ha sido transmitido por los padres a sus hijos, y la mente superficial jamás quita
el vendaje de esa herida; de hecho, no conoce el dolor, no está realmente familiarizada con él. Tiene tan sólo una
idea acerca del dolor. Tiene una imagen, un símbolo del dolor, pero jamás se enfrenta al dolor; sólo se enfrenta a la
palabra dolor.
