El dolor es resultado de una conmoción, es la momentánea sacudida de una mente que ha aceptado la rutina y
se ha acostumbrado a ella. Algo sucede -una muerte, la pérdida de un empleo, el cuestionamiento de una creencia
muy apreciada-, y la mente se altera. Pero ¿qué hace una mente alterada? Encuentra la manera de volver a su
condición inalterada; busca refugio en otra creencia, en un empleo más seguro, en una nueva relación. Otra vez
llega la ola de la vida y hace añicos sus dispositivos de seguridad, pero la mente pronto encuentra, no obstante,
nuevas defensas; y así prosigue. Éste no es el camino de la inteligencia, ¿verdad?
Ninguna forma de compulsión externa o interna podrá ayudar. Toda compulsión, por sutil que sea, es el
resultado de la ignorancia; nace del deseo de recompensa o del miedo al castigo. Comprender toda la naturaleza de
la trampa es estar libre de ella; ninguna persona, ningún sistema, ninguna creencia puede liberarnos. La verdad de
esto es el único factor que libera, pero uno tiene que verla por sí mismo, y no ser meramente persuadido. Tiene que
emprender el viaje en un mar inexplorado.
22 DE JUICO CSV – Serie III
