El intelecto no resolverá nuestros problemas
La mayoría de nosotros es muy indiferente a este extraordinario universo que nos rodea; jamás vemos el
ondear de la hoja en el viento, jamás observamos una brizna de hierba, ni la tocamos para percibir la calidad de su
ser. Esto no tiene la intención de ser sólo poético, así que, por favor, no escapen hacia un estado especulativo,
emocional. Digo que es esencial tener este sentimiento profundo por la vida y no quedar preso en discusiones y
ramificaciones intelectuales, en la aprobación de exámenes, en citar a otros y descartar algo nuevo arguyendo que
ya ha sido dicho antes. El intelecto no es el camino, no resolverá nuestros problemas; el intelecto no nos nutrirá
con aquello que es imperecedero. El intelecto puede razonar, discutir, analizar, partir de inferencias para llegar a
una conclusión, etc., pero el intelecto es limitado, porque es el producto de nuestro condicionamiento. Pero la
sensibilidad no lo es. La sensibilidad no está condicionada; lo saca a uno directamente fuera del campo de los
temores y las ansiedades […] Empleamos nuestros días y nuestros años en cultivar el intelecto, en argumentar,
discutir, pelear, luchar por ser «alguien», etcétera, a pesar de este mundo extraordinariamente maravilloso y de esta
Tierra tan rica -no la tierra de Bombay, de Punjab, no la tierra rusa o la norteamericana-; esta Tierra es nuestra, es
suya y mía; y no se trata de un disparate sentimental, se trata de un hecho. Pero, desafortunadamente, la hemos
dividido a causa de nuestra mezquindad, de nuestro provincialismo. Y sabemos bien por qué lo hemos hecho: por
nuestra seguridad, para obtener más y mejores empleos. Ése es el juego político que practican en todo el mundo, y
así es como nos olvidamos de ser seres humanos, de vivir dichosamente en esta Tierra que es nuestra, y de hacer
algo por ella.
