Su sufrimiento como individuo, ¿es diferente de mi sufrimiento o del sufrimiento de un hombre en Asia, en
América o en Rusia? Las circunstancias, los incidentes pueden variar, pero en esencia el sufrimiento de otro ser
humano es igual al suyo y al mío, ¿verdad? El sufrimiento es sufrimiento, ciertamente, no es suyo ni mío. El placer
no es su placer ni mi placer: es placer. Cuando usted tiene hambre, no es su hambre solamente, es también el
hambre de toda Asia. Cuando a usted le impulsa la ambición, cuando es cruel, ésa es la misma crueldad que
impulsa al político, al que ejerce el poder, ya sea en Asia, América o Rusia.
Pero ya ve, eso es lo que objetamos. No vemos que todos somos una sola humanidad atrapada en esferas
diferentes de la vida, en áreas diferentes. Cuando usted ama a alguien, eso no es «su» amor. Si lo es, se vuelve
tiránico, posesivo, celoso, ansioso, brutal. De la misma manera, el sufrimiento es sufrimiento; no es «suyo» ni
«mío». No estoy convirtiendo el sufrimiento en algo impersonal, en algo abstracto. Cuando uno sufre, sufre.
Cuando un hombre carece de alimento, de ropa, de vivienda, sufre, ya sea que viva en Asia o en Occidente. Las
personas que hoy están siendo muertas o heridas -los vietnamitas y los estadounidenses- están sufriendo.
Comprender este sufrimiento, que no es suyo ni mío, que no es impersonal ni abstracto, sino algo real que todos
experimentamos, requiere una dosis muy grande de penetración, de discernimiento directo, y la terminación de este
sufrimiento traerá naturalmente la paz, paz no sólo interna, sino también externa.
