La mente es el resultado del tiempo
La mente es influida todo el tiempo para que piense de una manera determinada. En cierta época, sólo las
religiones organizadas solían ocuparse de nuestra mente, pero ahora son los gobiernos los que se han hecho cargo
ampliamente de esa tarea. Quieren moldear y controlar nuestras mentes. En la superficie, la mente puede resistirse
a ese control […]. Superficialmente, tenemos alguna voz en el asunto, pero bajo la superficie, en lo profundo del
inconsciente, está todo el peso del tiempo, de la tradición, impulsándonos en una dirección particular. La mente
consciente puede, hasta cierto punto, controlarse y guiarse ella misma, pero en la inconsciente están aguardando,
latiendo, apremiando, nuestras ambiciones, nuestros problemas no resueltos, las compulsiones, las supersticiones,
los temores […].
Todo este campo de la mente es el resultado del tiempo, de los conflictos y ajustes, de toda una serie de
aceptaciones sin una plena comprensión de aquello que aceptamos. Por lo tanto, vivimos en un estado de
contradicción; nuestra vida es un proceso de lucha interminable. Somos desdichados y queremos ser felices.
Siendo violentos, practicamos el ideal de no-violencia. Hay, pues, un conflicto continuo; la mente es un campo de
batalla. Queremos estar seguros, si bien internamente, en lo profundo, sabemos que no existe en modo alguno una
cosa como la seguridad. Lo cierto es que no queremos afrontar el hecho de que la seguridad no existe; por
consiguiente, estamos siempre persiguiendo la seguridad, con el miedo resultante de no encontrarla, de sentirnos
inseguros.