No hay respuesta para el descontento
¿De qué estamos descontentos? Por cierto, de lo que es. Puede ser el orden social, la relación, lo que somos,
lo que somos esencialmente, o sea, los feos pensamientos errantes, las ambiciones, las frustraciones, los
innumerables temores; eso es lo que somos, lo que es. Pensamos que, al alegrarnos de eso, encontraremos una
respuesta para nuestro descontento: Por lo tanto, estamos siempre buscando un modo, un método para cambiar lo
que es, en eso se interesa nuestra mente. Si estoy descontento y quiero encontrar un medio, un método de
contentamiento, mi mente está ocupada con el método y la práctica del método, con el fin de llegar al
contentamiento. Así pues ya no estoy más interesado en el descontento, en las brasas, en la llama ardiente que
llamamos descontento. No me intereso en averiguar qué hay detrás de esa llama. Lo único que me interesa es
alejarme de esa llama, de esa ardiente ansiedad […].
Esto es enormemente difícil, porque nuestra mente jamás se satisface, jamás se contenta con examinar lo que
es. Siempre desea transformar lo que es, transformarlo en otra cosa, lo cual constituye el proceso de censurar,
justificar o comparar. Si usted observa su propia mente verá que, cuando ésta se enfrenta con lo que es, lo censura,
lo compara con lo que eso «debería ser», o lo justifica, etc.; con eso, aleja lo que es, desecha eso que está causando
la perturbación, la pena, la ansiedad.