La verdad no puede ser acumulada. Lo que se acumula es siempre destruido; se marchita. La verdad no puede
marchitarse jamás, porque sólo podemos dar con ella de instante en instante, en cada pensamiento, en cada
relación, en cada palabra, en cada gesto, en una sonrisa, en las lágrimas. Y si usted y yo podemos encontrar esa
verdad y vivirla -el vivirla mismo es el encontrarla-, entonces no nos volveremos propagandistas; seremos seres
humanos creativos, no seres humanos «perfectos» sino seres humanos creativos, lo cual es inmensamente distinto.
