UNA EDUCACION TOTAL- Las escuelas deben cultivar la totalidad del ser humano

Jiddu KRISHNAMURTI ( 1895- 1986)

1 de septiembre de 1978

La sociedad, nuestra cultura, exige que el estudiante se oriente de tal manera que pueda asegurarse en su futuro un trabajo y una seguridad material. Esta ha sido la exigencia constante de todas las sociedades, la carrera primero, y todo lo demás después, es decir, el dinero primero, y las complejidades de nuestra vida cotidiana después.

Estamos tratando de revertir esta situación. Estamos tratando de invertir este proceso.  Intentamos invertir este proceso, porque el dinero, por sí solo, no puede hacer feliz al hombre. Cuando el dinero se convierte en la preocupación dominante de la vida, crea un desequilibrio en nuestra actividad diaria. Así que me gustaría pedir a todos los educadores, que entiendan realmente esto y vean la importancia que tiene. Si el educador comprende su importancia, y le ha dado el lugar que le corresponde en su propia vida, entonces puede ayudar al estudiante, que se ve obligado por sus padres, y por la sociedad, a considerar la carrera como lo más importante.

Por eso quiero insistir en este punto y asegurarme de que en todo momento hay una forma de vida en estas escuelas que cultiva al ser humano en su totalidad.

Nuestra educación consiste, en gran medida, en adquirir conocimientos, lo que nos hace cada vez más mecánicos; nuestra mente se atasca en la rutina, ya sea adquiriendo conocimientos científicos, filosóficos, religiosos, comerciales o tecnológicos.

Nuestro estilo de vida, en casa y fuera de ella, y nuestra especialización en una determinada profesión, hacen que nuestra mente sea cada vez más estrecha, limitada e incompleta. Todo esto lleva a una forma de vida mecánica, a una estandarización de las mentes, y así, poco a poco, el Estado, incluso un Estado democrático, nos dicta lo que debemos ser. Por supuesto, muchas personas reflexivas son conscientes de ello, pero, desgraciadamente, parecen aceptarlo, y vivir con ello. Por lo tanto, se ha convertido en un peligro para la libertad.

La libertad es un tema muy complejo, y para entender su complejidad es necesario desarrollar la mente y el espíritu. Naturalmente, cada persona dará una definición diferente de lo que entiende por desarrollo del espíritu humano; una definición diferente, dependiendo de su cultura, su educación, su experiencia, sus supersticiones religiosas.   En otras palabras, sus condicionamientos.

No se trata de opiniones o prejuicios, sino de intentar comprender, más allá de las palabras, las implicaciones y consecuencias de la realización del espíritu. Esta plenitud es el cultivo, y el pleno desarrollo de nuestra mente, corazón y bienestar físico, lo que significa vivir en completa armonía, en la que no hay oposición, ni contradicción entre estos elementos.

La mente sólo puede florecer cuando existe una percepción clara, objetiva, impersonal y sin restricciones. No se trata de qué pensar, sino de cómo pensar con claridad.

Durante siglos, la propaganda, la publicidad, y todos los medios, nos han inducido a saber «qué pensar».

En general, la educación moderna consiste en esto, y no en examinar toda la actividad completa del pensamiento.

El florecimiento espiritual requiere libertad, pues, como las plantas, necesita la libertad para poder crecer.

En cada comunicacion, a lo largo del año, trataremos del despertar del corazón, que no es ni sentimental, ni romántico, ni imaginario, sino que depende de la bondad, que nace del afecto y del amor; trataremos de la educación del cuerpo, de la dieta correcta, y de los ejercicios adecuados, que nos darán una profunda sensibilidad. Cuando estos tres elementos, mente, corazón y cuerpo, están en completa armonía, entonces la realización, el florecimiento, se produce de forma natural, fácil y perfecta.

Esta es nuestra tarea y  responsabilidad como educadores, resultando de ello que, la enseñanza es la más noble de las profesiónes.

La educación auténtica consiste en enseñar a pensar, y no, en qué pensar.

Con nuestro agradecimiento, y el beneplácito des Cahiers sur Education et Transmission des Savoirs, OST, France.

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