ETIMOLOGÍA: Del latín “RES”: Cosa u Objeto;
Inglés-“Thing”-; Alemán-“Bedingen”- CONDICIONADO.
Todo lo que nos rodea está CONDICIONADO; es el resultado de “causas y condiciones”,en términos Budistas.
Pero, a su vez, la percepción de nuestro entorno, la forma en que “vemos” lo que nos rodea, la imagen que nos dan nuestros sentidos, no se parece en nada a como son en sí mismas las cosas.
Lo que percibimos como sólido y compacto, es, de hecho, un espacio prácticamente vacío, tanto el Macrocosmos–el Universo–, como a nivel microscópico—los átomos–. La impresión de solidez e impenetrabilidad de la materia, nos la dan nuestros sentidos.
Todo es energía vibratoria, y, en cierto modo, podríamos decir que la materia es energía cristalizada. Por eso hay tradiciones—idealismo-– que postulan que, el mundo exterior es únicamente producto de nuestra imaginación, lo cual es cierto en cuanto a la forma en que lo percibimos, si bien, tiene una realidad material propia, muy distinta, como hoy confirma la Física Cuántica.
Por otro lado, el mundo que percibimos es efímero, y sujeto a la Ley de los Ciclos, periodos de Manifestación o Existencia– Manvantaras o Días de Brahma—y periodos de Reposo o Caos—Pralayas o Noches de Brahma–. Por eso las filosofías Orientales se refieren al mundo exterior como “MAYA”, o mundo ilusorio, en total contraposición con el concepto común de realidad, que nos parece tan sólida y real.
En conclusión: la realidad o mundo exterior puede considerarse como “mayávico” o ilusorio, por dos razones claras: a) su realidad propia no se parece en nada a las imágenes que percibimos a través de nuestros sentidos, y además está prácticamente vacío, pues el espacio ocupado por la materia de los átomos—núcleo y órbitas de electrones–que lo constituyen es absolutamente ínfimo; b) es efímero y no permanente; se manifiesta y desaparece, siguiendo la Ley de los Ciclos. Es decir, lo que consideramos la realidad exterior, es, por naturaleza, todo lo contrario del significado común de la palabra realidad.
Obviamente, nuestra corporeidad también es Maya, pues nuestra personalidad—cuaternario inferior o yo—es tan efímero e irreal como todo lo demás.
Pero existe otra REALIDAD, la del SER UNO y OMNIABARCANTE, que engloba todo cuanto ES y Existe. ES se refiere aquí al “nous o noumeno” de todas las cosas, su esencia espiritual y eterna, y Existe, a su manifestación temporal y cíclica.
Esa REALIDAD ÚLTIMA—SEIDAD—a la que las distintas tradiciones esotéricas se han referido desde siempre como Aquello, el Gran Todo, el UNO (Plotino), etc impregna todo cuanto existe, en los periodos de Manifestación, y le da VIDA—NO EXISTE LA NATURALEZA MUERTA—con su propia Esencia.
Así que, TODO tiene VIDA y consciencia propia—adecuada a su estado de evolución—al estar impregnado por un rayo de la Consciencia Universal, que es lo UNICO REAL, o REALIDAD propiamente dicha.
Este rayo, en su casi eterno peregrinaje, su viaje de ida y vuelta a la Consciencia Universal, como en la parábola del hijo prodigo, común a tantas tradiciones, desciende inicialmente, involucionando hacia las profundidades de la materia más densa, para iniciar luego el retorno “al hogar”, a través de todos los Reinos de la Naturaleza, que culminan con su etapa humana, a lo largo de muchas, muchas vidas, en la que esta consciencia en evolución debe alcanzar el nivel del Alma del Mundo—Buddhi–, o Consciencia Universal, para reintegrarse de nuevo en ella, como la gota de lluvia regresa al Océano del que partió, alcanzando el NIRVANA—o renunciando a él, para servir como Boddhisattva—y conservando, para siempre, su propia identidad, lograda mediante su experiencia a lo largo de su larguíiiiisimo Peregrinaje.
Más allá de la etapa humana, una vez superada la quinta Iniciación, como Maestro de Sabiduría y Compasión, la evolución continúa abierta a diversas posibilidades, dentro o fuera del Sistema Solar.
El Hombre es dueño absoluto de su Destino, cuya evolución y esplendor no tienen límites.
Luz en el Sendero. Mabel Collins