LA ATENCIÓN
Krishnamurti nos dice que nos hemos vuelto insensibles porque se vive de una manera brutal y creemos que a través de las ideas podemos recuperar la sensibilidad. Sin embargo ésta no se recupera con el intelecto.
La gente se da cuenta que su vida se ha vuelto rutinaria y repetitiva haciendo y escuchando cosas que no le importan, y vive en permanente conflicto con sus relaciones.
La sensibilidad la destruye la mediocridad, porque cada día que pasa nos volvemos más y más mediocres, no tanto en el sentido peyorativo sino en la forma en que las personas se conforman con pertenecer al promedio; y aún llegados a la edad madura, continúan en la mediocridad bajo otras formas diferentes.
La sensibilidad es la más alta cualidad de la inteligencia, de manera que el que no es sensible no es inteligente.
Ser sensible es estar totalmente alerta, con la mente agudizada al máximo; porque la sensibilidad requiere atención directa, sin intermediarios y el observador y lo observado son uno y la misma cosa.
Somos seres de hábitos y éstos nos embrutecen y convierten la vida en algo tedioso, aburrido, sin sentido.
La atención no significa concentración, sino sólo estar atentos, saber escuchar y saber mirar sin ninguna barrera, sin interferencias y sin comparar ni juzgar.
De esa manera el hombre puede descubrir por sí mismo, qué es verdadero y qué es falso.
Estar atento no es cuestión de tener voluntad, porque la voluntad se relaciona con el cumplimiento de los deseos y estar atento no tiene que ver con el deseo.
Estar atento no requiere esfuerzo alguno porque se logra de una manera natural, cuando nos damos cuenta que estamos desatentos.
Esto hace que la mente se vuelva muy sutil, muy alerta, sin desperdiciar energía.
Entonces, la atención se necesita para lograr sensibilidad, que es el grado más alto de inteligencia; porque para vivir se necesita gran inteligencia y sólo la inteligencia puede producir una revolución en nosotros mismos.
Este gran cambio es necesario porque el hombre todavía sigue combatiendo contra sí mismo y contra el mundo y la paz no existe.
La sociedad se ha vuelto cada vez más compleja, competitiva y desordenada; pero no se trata de cambiar a la sociedad sino al hombre que la ha creado.
El ser humano vive en un estado de permanente contradicción, por lo tanto, la cultura que ha creado es contradictoria y eso produce desorden, guerras y división, tanto en la sociedad como en nuestras propias vidas; y nosotros somos los responsables de ese desorden.
El orden es indispensable para que haya paz y bondad; y es virtud, pero no es producto de la mente.
Lo que sí se puede saber con la mente qué es el desorden porque dándose cuenta del desorden se podrán conocer sus causas y comprenderlas bien; y de esa comprensión surgirá el orden.
La atención surge cuando se aprende a mirar sin intermediarios, porque cuando es la imagen la que mira o escucha es producto de la memoria del pasado de todas las experiencias vividas.
La imagen no permite el contacto directo, no hay acción inmediata y hay conflicto; porque cuando el contacto es directo, la acción es instantánea y el pasado desaparece.
La atención es amor y es virtud; y cuando la mente llega al máximo de orden absoluto, ella misma se vuelve sagrada, porque se ha liberado del pasado y se pueden ver las cosas tal como son.
Surge así el amor y la bondad, que es lo más sagrado que existe; y allí es donde termina la búsqueda.
Fuente: «La raíz del conflicto – El despertar de la inteligencia (Vol. I)».
Recopilación de Conferencias de J. Krishnamurti.