“El Arte Visionario de Hilma af Klint y la Historia detrás de la Película «Hilma», dirigida por Lasse Hallström


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Infancia y formación artística:

Hilma af Klint nació el 26 de octubre de 1862 en Solna, Suecia, en una familia aristocrática con una larga tradición en la marina. Su padre, Victor af Klint, era oficial naval, lo que llevó a la familia a mudarse con frecuencia. Desde pequeña mostró interés por el arte y la naturaleza, lo que más tarde influiría en su estilo pictórico.

En 1880, se inscribió en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en estudiar allí. Su formación inicial se centró en la pintura académica tradicional, especializándose en paisajes, retratos y naturalezas muertas. Tras graduarse, trabajó como artista independiente y logró cierto reconocimiento en los círculos artísticos de la época, aunque su obra aún seguía los cánones convencionales.

A finales del siglo XIX, Hilma af Klint comenzó a interesarse por el espiritismo, la Teosofía y más tarde la Antroposofía. Se unió a la Sociedad Teosófica, influenciada por las enseñanzas de Helena Blavatsky, que promovían la idea de un conocimiento oculto y de una conexión entre el arte y la espiritualidad.

En 1896, junto a otras cuatro mujeres artistas, formó un grupo esotérico llamado “Las Cinco” (“De Fem”), donde practicaban sesiones de espiritismo, escribían textos automáticos y realizaban dibujos guiados por entidades espirituales. Creían que recibían mensajes de seres superiores llamados “Los Maestros Altos”, quienes les revelaban un conocimiento más allá de lo humano.

Este contacto con el misticismo marcó un punto de inflexión en la carrera de Hilma. A partir de 1906, comenzó a pintar de manera radicalmente diferente, creando algunas de las primeras obras abstractas de la historia del arte, adelantándose a artistas como Wassily Kandinsky, Kazimir Malévich y Piet Mondrian.

Su obra y estilo pictórico

Las pinturas de Hilma af Klint son una fusión de formas geométricas, simbolismo esotérico y un uso innovador del color. Algunas de sus características más destacadas incluyen:

• Símbolos místicos inspirados en el ocultismo, el cristianismo, la biología y la geometría sagrada.

• Colores vibrantes usados de manera expresiva y simbólica, a menudo con significados ocultos.

• Estructuras geométricas como espirales, círculos y pirámides, que representan la evolución espiritual.

• Diálogos con la naturaleza mediante formas orgánicas que evocan células, flores y patrones de crecimiento.

La serie más importante de su producción es “Las Pinturas para el Templo” (1906-1915), un conjunto de 193 obras realizadas en un estado de trance, siguiendo las instrucciones de sus guías espirituales. Hilma concebía estas pinturas como parte de un templo sagrado, un espacio destinado a la contemplación espiritual.

Otras series importantes de su obra incluyen:

• “La Evolución” (1908) – Explora el desarrollo del alma y la transformación espiritual.

• “El Cisne” (1914-1915) – Usa el cisne como símbolo dual de lo material y lo espiritual.

• “La Paloma” (1915) – Representa la lucha entre las fuerzas opuestas de la existencia.

Encuentro con Rudolf Steiner y el aislamiento artístico

En 1908, Hilma af Klint buscó el consejo de Rudolf Steiner, líder de la Antroposofía, con la esperanza de que reconociera la importancia de su trabajo. Sin embargo, Steiner no comprendió plenamente sus pinturas y le aconsejó que esperara al menos 50 años antes de mostrarlas al mundo. Esta crítica afectó profundamente a Hilma, llevándola a una etapa de introspección y a una menor producción artística durante algunos años.

A pesar de ello, continuó su búsqueda espiritual y, en la década de 1920, se interesó cada vez más por la geometría sagrada y la relación entre el arte y la ciencia. Se trasladó a la finca familiar en Munka-Ljungby, donde dedicó sus últimos años al estudio del misticismo y a la organización de su legado.

Muerte y descubrimiento póstumo

Hilma af Klint falleció el 21 de octubre de 1944, a los 81 años, tras un accidente automovilístico. En su testamento, dejó explícita su voluntad de que sus obras permanecieran ocultas al público durante al menos 20 años, convencida de que la sociedad de su tiempo no estaba preparada para comprenderlas.

Cuando sus pinturas finalmente fueron descubiertas en la década de 1960, su familia intentó donarlas a museos de arte moderno, pero fueron rechazadas porque no encajaban con la narrativa convencional de la abstracción. No fue hasta los años 1980 que el mundo del arte comenzó a reconocer su importancia.

Reconocimiento en el siglo XXI

En 1986, su obra fue exhibida por primera vez en la exposición “Los pioneros de la abstracción”, en el Museo del Condado de Los Ángeles. Sin embargo, fue la gran retrospectiva en el Guggenheim de Nueva York (2018-2019) la que consolidó su estatus como una figura clave de la historia del arte moderno. La muestra, titulada “Hilma af Klint: Pinturas para el Futuro”, atrajo a cientos de miles de visitantes y superó todas las expectativas del museo.

Hoy en día, Hilma af Klint es considerada una precursora de la abstracción, una visionaria del arte espiritual y una artista revolucionaria cuya obra sigue inspirando a generaciones de creadores y pensadores.

Hilma af Klint no solo desafió las normas artísticas de su época, sino que también anticipó tendencias que no serían comprendidas hasta décadas después. Su conexión con la Teosofía, la espiritualidad y la ciencia la llevó a explorar un arte más allá de la percepción convencional.

Durante gran parte de su vida, su obra fue ignorada y marginada, pero hoy es vista como un puente entre el arte, la filosofía y el conocimiento místico. Su legado continúa creciendo, redefiniendo nuestra comprensión de la historia del arte y demostrando que la creatividad puede ser una herramienta para la exploración del alma humana.

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