SALVARSE UNO MISMO O SALVAR A LA HUMANIDAD – H.P. Blavatsky – C.W. Tomo XI (El Faro de lo Desconocido)


Las siguientes frases de H.P. Blavatsky son una Enseñanza en la que coinciden todos los verdaderos Espiritualistas, y tan real y útil fue en el momento de publicarla (1889), como hoy en día:
«…la Sabiduría Oriental nos enseña que el Yogui Hindú, que se aísla en una espesura impenetrable, análogamente al ermitaño Cristiano, que suele retirarse en el desierto, como en la antigüedad, son simplemente unos versados egoístas. El yogui actúa con la única idea de encontrar un refugio para resguardarse de la reencarnación, en la esencia Única y Nirvánica, mientras el ermitaño cristiano actúa con el propósito de salvar su alma –ambos piensan sólo en sí mismos. Su motivo es plenamente personal; porque aun suponiendo que alcancen su fin: ¿Acaso no son como soldados cobardes que desertan de su ejército en el momento de la acción, para salvaguardarse de las balas? El yogui y el «santo» que se aíslan no ayudan a nadie, excepto a sí mismos; al contrario, ambos muestran ser profundamente indiferentes al destino de la humanidad, abandonándola y dejándola. El Monte Athos, (NOTA: Una conocida comunidad monástica situada en la península del mismo nombre, es la más oriental de los tres promontorios que se extienden, como las puntas de un tridente, desde la costa de Macedonia hacia el sur, hacia el Mar Egeo. También es llamado Hagion Orors. El pico se eleva como una pirámide, con una empinada cumbre de mármol blanco, de una altura de 6350 pies.–El Compilador. FINAL NOTA) quizá contiene unos pocos fanáticos sinceros; aun ellos, sin saberlo, han dejado el único camino que conduce a la verdad –el sendero del Calvario, a lo largo del cual cada uno lleva, voluntariamente, la cruz de la humanidad. En realidad es un nido del egoísmo más burdo y la observación de Adams alude a esta clase de lugares: «Hay criaturas que parecen haber huido del resto de la humanidad por el único placer de encontrarse con el Diablo téte-á-téte».
Gautama, el Buda, se quedó en soledad sólo el lapso necesario para llegar a la verdad, después del cual se consagró a divulgarla, limosneando su pan y viviendo para la humanidad. Jesús se retiró al desierto sólo cuarenta días y murió por esta misma humanidad. Apolonio de Tyana, Plotino y Jámblico, al vivir existencias de singular abstinencia, casi ascética, vivieron en el mundo y para el mundo. Los más grandes ascetas y santos de nuestros días no son los que se retiran en lugares inaccesibles, sino los que pasan su vida viajando, de lugar en lugar, haciendo el bien y tratando de elevar a la humanidad; aunque pueden evitar Europa y estos países civilizados donde la población se ve y se oye sólo a sí misma, países divididos entre dos facciones –las de Caín y Abel.
Aquellos que consideran el alma humana como una emanación de la Deidad, como una partícula o rayo del alma universal y ABSOLUTA, entienden la parábola de los talentos mejor que los Cristianos. Quien esconde en la tierra el talento que su «Señor» le entregó, lo perderá, así como el asceta que piensa «salvar su alma» en la soledad egoísta. «El servidor bueno y fiel» que duplica su capital, cosechando para quien no había sembrado porque no tenía los medios para hacerlo y siega para los pobres que no diseminaron el grano, actúa como un verdadero altruista. Recibirá su recompensa justamente porque ha trabajado para otro, sin pensar en la remuneración o el reconocimiento. Este hombre es el Teósofo altruista; mientras el otro es un egoísta y un cobarde».
H.P. Blavatsky – C.W. Tomo XI (El Faro de lo Desconocido)

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