Tras los Pasos de un Chela Indo – DAMODAR K. MAVALANKAR

DAMODAR K. MAVALANKAR, Tras los Pasos de un Chela Indo

CONTEMPLACIÓN I [Contemplation, The Theosophist, Vol. V, febrero 1884, págs. 112-114]

Un malentendido GENERAL de este término parece prevalecer. La idea popular parece ser la de encerrarse durante media hora—o, a lo sumo dos horas— en una habitación privada, y mirarse pasivamente la nariz, una mancha en la pared, o, tal vez, un cristal.

Esto se supone que es la verdadera forma de contemplación determinada por el Raja Yoga.

Falta reconocer que el verdadero Ocultismo requiere que los desarrollos “físico, mental, moral y espiritual” corran en líneas paralelas.

Si la concepción sobre el caso fuera ampliada a todas estas líneas, no habría sido tan urgentemente sentida la necesidad del artículo presente. Este artículo está destinado especialmente para aquellos que parece no han logrado captar el verdadero significado de Dhyana y que por sus erróneas prácticas han traído, dolor y miseria sobre sí mismos.

Algunos casos útiles pueden mencionarse aquí, como una advertencia a nuestros estudiantes más celosos.

En Bareilly el escritor conoció a cierto Teósofo de Farrukhabad, quién narró sus experiencias y derramó amargas lágrimas de arrepentimiento por sus locuras pasadas — como él las llamó. Al parecer el caballero, por su cuenta, después de haber leído la Bhagavad Gita hace aproximadamente quince o veinte años, y sin haber comprendido el sentido esotérico de la Contemplación, en él ordenado, emprendió sin embargo la práctica y la continuó durante varios años. La experiencia inicial fue la de una sensación placentera, pero a la vez encontró que iba perdiendo el autocontrol en forma gradual; hasta que después de unos años descubrió, para su gran asombro y pena, que él ya no era su propio maestro. Sintió que su corazón se iba comprimiendo, como si se hubiera colocado una carga sobre él. No tenía control sobre sus sensaciones; de hecho, la comunicación entre el cerebro y el corazón parecía haberse interrumpido. Cuando la situación empeoró, con disgusto suspendió su “contemplación”. Esto ocurrió hace no menos de siete años; y aunque desde entonces él no se haya sentido peor, sin embargo, nunca pudo recuperar su original estado normal y saludable de la mente y el cuerpo.

Otro caso fue objeto de observación del escritor en Jubbulpore (Actualmente Jabalpur. N. de T.). El caballero en cuestión, después de leer a Patañjali y otros trabajos por el estilo, comenzó a ejercitarse en postura para la “contemplación”. Después de un corto tiempo empezó a tener visiones anormales y a oír campanillas musicales, pero ni sobre estos fenómenos ni sobre sus propias sensaciones podía ejercer algún control. No podía producir estos resultados a voluntad, ni podía detenerlos cuando estaban ocurriendo. Podrían citarse numerosos ejemplos como éstos. Mientras escribe estas líneas, el escritor tiene en su mesa dos cartas sobre este asunto, una de Moradabad y otra de Trichinopoly. (Actualmente Tiruchirappalli. N. del T.) En resumen, todo ese daño, se debe a una falta de comprensión del significado de Contemplación como se prescribe a los estudiantes de todas las escuelas de Filosofía Oculta.

Con miras a proporcionar una vislumbre de la Realidad a través del denso velo que envuelve los misterios de esta Ciencia de las Ciencias, fue escrito un artículo, “El Elixir de Vida”. Desafortunadamente en muchos casos, la semilla parece haber caído sobre tierra estéril. Algunos de sus lectores sólo se hacen eco de la siguiente cláusula en dicho artículo: Razonando de lo conocido a lo desconocido, debe la meditación ser practicada y sostenida. Pero, ¡por desgracia! sus prejuicios les han impedido comprender lo que se entiende por Meditación. Se olvidan de que “es el anhelo inefable del Hombre Interior ‘salir hacia lo infinito’, que en los tiempos antiguos era el verdadero significado de la adoración” — como muestra la siguiente frase: “Mucha luz será arrojada sobre este tema si el lector vuelve a leer el fragmento precedente en el mismo artículo, y detenidamente examina los párrafos siguientes en la página 141 de The Theosophist de marzo de 1882 (volumen III, N.º 6)”

— Así, pues, hemos llegado al punto en el que hemos determinado —literalmente, no metafóricamente— romper la cáscara externa conocida como la envoltura mortal, o cuerpo, y salir de este, vestido con la próxima cáscara. Esta ‘próxima cáscara’ no es una forma espiritual, sino sólo una forma más etérea. Habiéndola adaptado por un largo entrenamiento y preparación para una vida en esta atmósfera, al tiempo que hemos hecho morir gradualmente la cáscara más externa por medio de cierto proceso… tenemos que prepararnos para esta transformación fisiológica. ¿Cómo vamos a hacerlo? En primer lugar, tenemos el presente cuerpo, visible, material con el que tratamos — el hombre, así llamado, aunque, de hecho, solo sea su cáscara exterior. Tengamos en cuenta que la ciencia nos enseña que cada siete años aproximadamente cambiamos la piel tan eficazmente como cualquier serpiente; y esto ocurre tan gradual e imperceptiblemente que, de no ser porque la ciencia después de años de estudio y observación constante nos confirmó este proceso, nadie habría tenido ni la más leve sospecha del hecho… De ahí que, si un hombre es parcialmente despellejado vivo, puede sobrevivir a veces y cubrirse de una nueva piel — del mismo modo con respecto a nuestro cuerpo astral-kámico, vital (Prana)… pueden acostumbrarse sus partículas a los cambios atmosféricos. Todo el secreto está en tener éxito en el desarrollo de esto, y en la separación del cuerpo astral-kámico del visible o físico; y mientras sus átomos, generalmente invisibles, se van convirtiendo en una masa compacta para gradualmente deshacerse de las viejas partículas de nuestra estructura visible de modo de hacerlas morir y desaparecer, antes de que el nuevo juego de partículas haya tenido tiempo para desarrollarse y reemplazar al viejo juego… No podemos decir más.

Una correcta comprensión del proceso científico anterior dará una pista para el sentido esotérico de la Meditación o Contemplación. La ciencia nos enseña que el hombre cambia su cuerpo físico continuamente, y este cambio es tan gradual que es casi imperceptible. ¿Por qué entonces debería ser diferente el caso en relación al hombre interno? Éste último también está constantemente desarrollándose y cambiando átomos en todo momento. Y la atracción de estos nuevos juegos de átomos depende de la Ley de Afinidad — siendo los deseos del hombre los que atraen a sus cuerpos constituyentes aquellas partículas en relación con ellos, o mejor dicho dándoles a las partículas su propia tendencia y coloración. Ya que la ciencia muestra que el pensamiento es dinámico, y que la fuerza del pensamiento desarrollada por la acción nerviosa expandiéndose hacia el exterior, debe afectar las relaciones moleculares del hombre físico. Los hombres internos, por muy sublimados que puedan ser sus organismos, están aún compuestos por partículas reales, no hipotéticas, y están aún sujetos a la Ley que indica que una “acción” tiene la tendencia a repetirse; una tendencia de establecer una acción análoga en la “cáscara” más densa con la que ellos están en contacto y dentro de la cual están ocultos. (El Elixir de Vida.)

¿Qué es aquello que el aspirante del Yoga Vidya se esfuerza en lograr, si no es ganar Mukti por medio de su gradual transferencia desde su cuerpo más denso al próximo cuerpo más etéreo, hasta que, luego de que todos los velos de Maya han sido sucesivamente removidos, su Atma se haga uno con Paramatma?

¿Supone él que este gran resultado podrá ser logrado con dos o cuatro horas de contemplación? ¿Durante las restantes veinte o veintidós horas en que el devoto no se encierra en su cuarto para la meditación, se detiene el proceso de la emisión de átomos y su reemplazo por otros? Si no es así, entonces ¿cómo pretende atraer durante todo este tiempo sólo aquellos átomos adecuados para su finalidad?

A partir de las observaciones anteriores, es evidente que, así como el cuerpo físico requiere de una atención incesante para prevenir la entrada de una enfermedad, así también el hombre interno necesita una constante vigilancia, de modo que ningún pensamiento consciente o inconsciente pueda atraer átomos incompatibles con su progreso. Este es el verdadero sentido de la Contemplación. El factor principal en la dirección del pensamiento es la Voluntad. Sin eso, todo lo demás es inútil. Y, para que sea eficiente para el propósito, debe ser, no sólo una resolución pasajera del momento, un único intenso deseo de corta duración, sino un esfuerzo decidido y continuo, tanto como pueda ser continuado y concentrado sin un solo momento de descuido. El estudiante haría bien en tomar nota del texto realzado en la cita anterior.

Debería también tener indeleblemente impreso en su mente que: De nada sirve ayunar mientras uno requiera comida… El objeto esencial es deshacerse del deseo interno; imitar el verdadero objeto sin tenerlo es cínica hipocresía e inútil esclavitud. Sin darse cuenta de la trascendencia de este hecho tan importante, cualquiera que de pronto encuentra motivos de discrepancia con cualquier miembro de su familia, o que está herido en su vanidad, o por una ráfaga sentimental del momento, o por un deseo egoísta de utilizar el Poder Divino para propósitos deshonestos, se lanza arrebatadamente a querer lograr la Contemplación, y se destroza a sí mismo en pedazos contra la roca que divide lo conocido de lo desconocido. Revolcándose en el cieno del exoterismo, él no sabe lo que es vivir en el mundo y aun no ser del mundo; en otras palabras, protegerse a sí mismo de sí mismo es un axioma incomprensible para casi todo profano. El hindú debería comprenderlo al menos recordando la vida de Janaka, quién, aunque un monarca reinante, vivía además como un Rajarshi, y se dice que ha alcanzado el Nirvana. Al enterarse de su gran fama, algunos intolerantes sectarios fueron a su Corte para probar su poder Yoga. Tan pronto como ellos entraron en la sala de la Corte, habiendo el rey leído su pensamiento —un poder que todo chela alcanza en cierta etapa— dio instrucciones secretas a sus oficiales de preparar una calle específica de la ciudad, flanqueada a ambos lados por bailarinas a quienes se les ordenó cantar las canciones más lascivas. Tenía entonces Janaka algunas ghara (vasijas) llenas de agua hasta rebosar de modo que el menor movimiento, con mucha probabilidad, podía derramar su contenido. A estos sabihondos, cada uno con un ghara lleno sobre su cabeza, se les ordenó pasar a lo largo de la calle, rodeados por soldados con espadas desenvainadas para ser usadas contra ellos, si dejaban derramarse, aunque no fuera más que una gota de agua. Habiendo estos pobres individuos regresado al palacio después de haber pasado la prueba exitosamente, les preguntó el Rey-Adepto con qué se habían encontrado en la calle a través de lo cual se los hizo pasar. Con gran indignación respondieron que la amenaza de ser cortados en pedazos había trabajado tanto sobre sus mentes, que no pensaron en otra cosa que no fuera el agua sobre sus cabezas, y la intensidad de su atención no les permitió tomar conocimiento de lo que estaba sucediendo alrededor de ellos. Entonces Janaka les dijo que sobre el mismo principio podían ellos entender fácilmente que, aunque aparentemente ocupado con el manejo de los asuntos de su Estado, él podía al mismo tiempo ser un Ocultista. Él también, mientras estaba en el mundo, no era del mundo. En otras palabras, sus aspiraciones internas lo habían conducido continuamente a la meta en la cual todo su ser interno estaba concentrado. El Raja Yoga no alienta parafernalias ni requiere de posturas físicas. Sólo trata del hombre interno cuya esfera se encuentra en el mundo del pensamiento. Tener ante uno el ideal más elevado y esforzarse sin cesar para elevarse hasta este, es la única Concentración verdadera reconocida por la Filosofía Esotérica que trata del mundo interno de los noúmenos, no con la cáscara externa de los fenómenos.

El primer requisito para el Raja Yoga es profunda pureza de corazón. Bien podría decir el estudiante de Ocultismo, con Zoroastro, que pureza de pensamiento, pureza de palabra, y pureza de acción, son los elementos esenciales de quien se elevaría por encima del nivel ordinario para unirse a los “Dioses”.

Cultivar el sentimiento de la filantropía desinteresada es el camino que debe ser atravesado para alcanzar este propósito. Porque es sólo este sentimiento el que conducirá hacia el Amor Universal, cuya realización constituye el progreso hacia la liberación de las cadenas forjadas por Maya alrededor del Ego.

Ningún estudiante alcanzará esto inmediatamente, pero como nuestro VENERABLE Mahatma dice en El Mundo Oculto:— A mayor progreso hacia la liberación, menos necesidad habrá de todo eso, hasta que, para coronarlo todo, los sentimientos humanos y puramente personales e individuales —los lazos de la sangre y de la amistad, el patriotismo y la predilección por una raza determinada— desaparecerán todos para fundirse en un Sentimiento Universal, el único sentimiento verdadero y santo, el único desinteresado y Eterno, el Amor, un Inmenso Amor por la Humanidad como un todo. En resumen, el individuo se funde con el TODO.

Desde luego, la contemplación como suele entenderse no deja de tener sus ventajas menores. Desarrolla un conjunto de facultades físicas, así como la gimnasia desarrolla los músculos. Para propósitos de mesmerismo físico, es suficientemente bueno, pero de ninguna manera puede ayudar al desarrollo de las facultades psicológicas como el lector atento percibirá. Al mismo tiempo, aún para propósitos comunes, la práctica nunca será del todo prudente. Si, como algunos suponen, tienen que ser completamente pasivos y perderse a sí mismos en el objeto frente a ellos, deben recordar que, por estimular así la pasividad, en realidad, permiten que se desarrollen en ellos facultades mediumnísticas. Como fue repetidamente afirmado, el Adepto y el médium son los dos Polos: mientras el primero intensamente activo y por lo tanto capaz de controlar las fuerzas elementales, el segundo es sumamente pasivo, e incurre así en el riesgo de caer preso del capricho y la malicia de embriones dañinos de seres humanos, y de Elementarios.

CONTEMPLACIÓN II [Contemplation, The Theosophist, Vol. V, Abril 1884, págs. 170-171] [Comentario de un “M.S.T.”]

En el artículo sobre el tema arriba mencionado, en The Theosophist de febrero ocurre lo siguiente:

1. Sin darse cuenta de la trascendencia de este hecho tan importante, cualquiera que de pronto encuentra motivos de discrepancia con cualquier miembro de su familia, o que está herido en su vanidad, o por una ráfaga sentimental del momento, o por un deseo egoísta de utilizar el poder divino para propósitos deshonestos, se lanza arrebatadamente a querer lograr la contemplación, y se destroza a sí mismo en pedazos contra la roca que divide lo conocido de lo desconocido. No puedo entender cómo un hombre común, que tiene, por un lado, los defectos antes mencionados en su naturaleza (que por lo general trata de controlar, aunque a veces con éxito cuestionable), y que, por otro lado, trata también de practicar contemplación, como se explica en el artículo, corre el peligro de dañarse. ¿Cuáles son los peligros? ¿Pueden ser nombrados, y las causas particulares que dan lugar a ellos?

2. Tener ante uno el ideal más elevado y esforzarse sin cesar para elevarse hasta este, es la única concentración verdadera reconocida por la Filosofía Esotérica. Este pasaje es demasiado erudito para un hombre común. ¿Puede dar un ejemplo de “el ideal más elevado”? ¿Cómo debe el hombre mundano esforzarse para alcanzar ese ideal? Suponga que un hombre común de mundo se levanta en las tranquilas horas de la mañana después de un descanso moderado, ¿qué debe él hacer?, ¿con qué tipo de ideas debe él llenar su mente?, ¿cómo debe sentarse?, ¿cómo debe él llevar a cabo la contemplación, a fin de mantenerse al margen de todos los bancos de arena y rocas en el mar del Ocultismo? El mayor objetivo del hombre en cuestión es lograr espiritualizarse a sí mismo tanto como sea posible de forma segura, de modo que, si eventualmente no puede ser aceptado como un chela, en esta vida, pueda tener al menos la seguridad de llevar la vida de un asceta en el siguiente nacimiento.

[Contestación de Dāmodar]

Nota.

Lamento que todo el artículo haya sido mal comprendido. Todo lo que quería decir es que el alejamiento temporal, de la familia o de los amigos, no constituye una condición esencial para el avance en el Ocultismo. Esto debería ser claro para quien sopesa cuidadosamente mi ilustración sobre Janaka. Aunque estando en el mundo, no ser del mundo. Al no darse cuenta del significado de esta importante enseñanza, muchas personas se apresuran a partir de un sentimental rechazo a lo terrenal, surgido probablemente de ciertas decepciones mundanas, y comienzan a practicar lo que ellos consideran ser una verdadera forma de contemplación. El hecho mismo de que el motivo que los lleva a ocuparse de esta práctica, es como lo describe mi corresponsal, este hecho en sí mismo es una indicación suficiente de que el candidato no conoce la “contemplación” de un Raja Yogui. Así será imposible, dada la naturaleza de las cosas, que pueda seguir el método correcto; y la práctica física, que él necesariamente emprende, lo conduce a los resultados desastrosos advertidos en el artículo. Cualquier lector, que tiene la intuición suficiente para ser un estudiante práctico del Ocultismo, verá inmediatamente que trabajar en dirección hacia la perfección es el ideal más elevado que un hombre puede tener ante él. Ese no es el trabajo de un día ni de unos pocos años. “El Adepto llega a ser, él NO es HECHO”, es una enseñanza de la que el estudiante debe primero darse cuenta. El aspirante trabaja hacia su objetivo a través de una serie de vidas. El Coronel Olcott dice en su Catecismo Buddhista: “…Incontables generaciones son necesarias para desarrollar al hombre en un Buddha, y la férrea voluntad para convertirse en uno corre a lo largo de todos los nacimientos sucesivos”. Esa “férrea voluntad” para llegar a ser perfecto debe operar incesantemente, sin un sólo momento de relajación, como será evidente para aquel que lea detenidamente el artículo como un todo. Cuando se dijo claramente que durante el tiempo en que esta contemplación no es practicada, es decir, no se está ejerciendo esa férrea voluntad, el proceso de emisión y atracción de átomos no se detiene, y que los deseos, instintivos o de otra naturaleza, deben ser regulados de modo de atraer sólo aquellos átomos que puedan ser adecuados para su progreso; no puedo entender a mi corresponsal cuando me pregunta qué es lo que debe hacer a una hora particular por la mañana. Él debería cultivar sólo aquellos pensamientos que no son incompatibles con el ideal más elevado hacia el cual tiene que trabajar. Por perfección, lo que debería ser su ideal más elevado (debo añadir), quiero decir aquella Divina Naturaleza Humana que la Filosofía Oculta considera que alcanzará la séptima raza de la séptima Ronda. Esto, como todo principiante sabe, depende en gran medida de cultivar el sentimiento de Amor Universal, y por lo tanto un ferviente deseo de hacer un trabajo filantrópico práctico es el primer requisito. Incluso este estado, confieso, no es la perfección absoluta; pero aquel límite máximo de perfección Espiritual última está más allá de nuestra comprensión en el presente. Aquella condición sólo puede concebirse intelectualmente como un ideal práctico por aquellos Hombres Divinos, Dhyan-Chohan. Para estar identificados con EL TODO, debemos vivir en y sentir a través del ÉL. ¿Cómo puede conseguirse esto sin la comprensión del sentimiento de Amor Universal? Por supuesto el Adeptado no está dentro del fácil alcance de todos. Por otra parte, el Ocultismo no acuerda ningún lugar o localidad desagradable para aquellos que no siguen sus dogmas. Este sólo reconoce una evolución cada vez más y más elevado acorde con la cadena de causación obrando bajo el impulso de la Ley Inmutable de la Naturaleza. El artículo sobre “Estudio Oculto” en el último número da la necesaria explicación sobre este punto. Es doloroso para mí encontrar que precisamente la misma cosa que intenté señalar en aquel artículo como perjudicial en sus resultados, es nuevamente postulada como un atributo deseable o unido con la verdadera Contemplación. Le pediría a mi corresponsal que lea nuevamente el mismo artículo, con estos comentarios adicionales, antes de pensar en la necesidad de alguna postura peculiar o particular para el propósito de la Contemplación. Yo, al menos, soy incapaz de indicar alguna postura específica para el tipo de Contemplación incesante que recomiendo.

CONTEMPLACIÓN III [Contemplation, The Theosophist, Vol. V, agosto 1884, págs. 267-268]

A pesar del artículo sobre este tema en The Theosophist de febrero, muchos de sus lectores aún parecen imaginar que la “Contemplación” es una forma peculiar de mirar fijamente penetrantemente algo, cuyo proceso, cuando sea experimentado una cierta cantidad de horas cada día, dará poderes psicológicos. Este malentendido se debe aparentemente al hecho de que se ha perdido de vista el principal punto discutido. En lugar de darse cuenta de que hay solo una idea principal que se quiere transmitir con dicho artículo, argumentando esa idea a través de muchas de sus fases, parece imaginarse que casi cada frase expresa una idea completamente distinta. Sería entonces interesante o provechoso volver al asunto y exponer la misma idea desde otro punto de vista y, de ser posible, bajo una luz más clara. Primeramente, debe tenerse en mente que el escritor del artículo no quiso, en absoluto, significar que la palabra “contemplación” implica el acto de mirar fijamente. Si se hubiera usado esta última expresión, entonces sí sería esa la idea. “El Diccionario Imperial de la Lengua Inglesa” (1883), define la palabra contemplación de este modo:

(1) El acto de la mente de considerar con atención; meditación; estudio; atención continua de la mente sobre un tema particular. Específicamente.  

(2) Meditación Sagrada; atención a las cosas sagradas. El Diccionario de Webster revisado da también el mismo significado. Así, encontramos que la Contemplación es “la atención continua de la mente en un tema en particular”, y, en lo religioso, es “la atención a las cosas sagradas”. Es por lo tanto difícil imaginar cómo la idea de mirar fijamente o penetrantemente ha llegado a asociarse con la palabra contemplación, a menos que ello se deba al hecho de que generalmente así ocurre, cuando alguien está profundamente absorto en el pensamiento, aparentemente parece estar mirando fijamente o penetrantemente algo en el espacio vacío. Pero este mirar fijo es el efecto del acto de la Contemplación. Y, como sucede por lo general, también en este caso el efecto parece confundirse con la causa. ¡Dado que la actitud de mirar fijamente sigue al acto de la Contemplación, se asume inmediatamente que mirar fijamente es la causa que produce la contemplación! Teniendo esto bien presente, veamos ahora qué tipo de Contemplación (o meditación) recomienda “El Elixir de Vida” para los aspirantes al conocimiento oculto. Dice así:

Razonando de lo conocido a lo desconocido, debe la meditación ser practicada y estimulada. Es decir, la meditación de un chela debe estar constituida por “el razonamiento de lo conocido a lo desconocido”. Lo “conocido” es el mundo fenomenal, cognoscible por medio de nuestros cinco sentidos. Y todo lo que vemos en este mundo manifestado son los efectos, cuyas causas han de buscarse en lo noumenal, lo inmanifestado, el “mundo desconocido”; esto debe llevarse a cabo por medio de la meditación, es decir, por una atención continua sobre el asunto.

El Ocultismo no depende de un solo método, sino que emplea ambos, el deductivo y el inductivo. El estudiante debe aprender primero los axiomas generales. Por el momento, él, por supuesto, tendrá que tomarlos como hipótesis, si así prefiere él llamarlos. O como “El Elixir de Vida” lo expresa: Todo lo que tenemos que decir es que si Ud. está ansioso de beber del “Elixir de Vida” y vivir cerca del millar de años, Ud. debe tomar nuestra palabra sobre esta cuestión al presente, y proceder sobre la hipótesis. Ya que la Ciencia Esotérica no da ni la más mínima esperanza posible de que el fin deseado sea jamás alcanzado de cualquier otra manera; mientras que la ciencia moderna, o la llamada ciencia exacta se ríe de ello. Estos axiomas han sido suficientemente delineados en los artículos sobre “El Elixir de Vida” y varios otros que tratan sobre Ocultismo, en los diferentes números de The Theosophist. Lo que el estudiante tiene que hacer en principio es comprender estos axiomas, y, empleando el método deductivo, proceder de Universales a particulares. Él tiene que razonar entonces de “lo conocido a lo desconocido”, y ver si el método inductivo de proceder de lo particular a lo Universal es compatible con esos axiomas. Este proceso constituye la etapa primaria de la verdadera Contemplación. Primero el estudiante debe aprehender el tema intelectualmente antes de que pueda esperar alcanzar sus aspiraciones. Cuando esto se logra, entonces viene la próxima etapa de la meditación, que es “el anhelo inefable del Hombre Interno de ‘ir hacia lo infinito’”. Antes de que un anhelo de esta naturaleza pueda ser dirigido adecuadamente, la meta a alcanzar, debe determinarse en las etapas previas. La etapa superior, de hecho, consiste en comprobar en forma práctica lo que los primeros pasos han colocado en nuestra comprensión.

En resumen, la Contemplación, en su sentido verdadero, es reconocer la verdad del refrán de Eliphas Levi: Creer sin saber es debilidad; creer, porque uno sabe, es Poder. O, en otras palabras, ver que “el conocimiento es Poder”.

“El Elixir de Vida” no sólo da los pasos preliminares en la escala de la Contemplación, sino que también le dice al lector cómo alcanzar las más altas concepciones. Remonta, mediante el proceso de la Contemplación por así decirlo, la relación del hombre, “lo conocido”, lo manifestado, el fenómeno, con “lo desconocido”, lo Inmanifestado, el Noúmeno. Le muestra al estudiante qué ideal debería contemplar y cómo elevarse hacia este. Coloca frente a él la naturaleza de las capacidades internas del hombre y cómo desarrollarlas. Para un lector superficial, esto puede verse, quizás, como la cumbre del egoísmo. La Reflexión o Contemplación, sin embargo, resultará ser lo contrario. Ya que esta enseña al estudiante que para comprender lo nouménico, debe identificarse a sí mismo con la Naturaleza, en vez de considerarse como un ser aislado, debe aprender a considerarse como una parte del Todo integral puesto que, en el Mundo Inmanifestado, puede percibirse claramente que todo es controlado por la “Ley de Afinidad”, la atracción de uno hacia el otro. Allí, todo es Amor Infinito, entendido en su verdadero sentido. Sería oportuno ahora recapitular lo que ya se ha dicho. Lo primero que hay que hacer es estudiar los axiomas del Ocultismo y trabajar sobre ellos por los métodos deductivo e inductivo, que es la verdadera Contemplación. Para dirigir esto hacia un propósito útil, lo que es teóricamente entendido debe ser comprendido en forma práctica. Es de esperar que esta explicación pueda hacer más claro el significado del primer artículo sobre este asunto.

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