H.P. BLAVATSKY
El punto de partida del sistema «panteísta» (usamos esta palabra por carencia de una mejor) de moralidad es una clara percepción de la unidad de la energía única operando en el Cosmos manifestado; y el gran resultado último que está luchando incesantemente por producir, es la afinidad del espíritu humano inmortal y sus poderes latentes con aquella energía y su capacidad para cooperar con la vida una en la consecución de su maravilloso objetivo (…) El principal obstáculo para la realización de esta unidad es el hábito innato del hombre de ponerse siempre a sí mismo en el centro del Universo. Cualquier cosa que un hombre pueda hacer, sentir o pensar, el irrefrenable «yo» será seguro la figura central. Tener en cuenta esto hasta en sus aspectos más sutiles, como se verá, es lo que previene a cada individuo de sentir que su propia esfera de existencia es sólo el punto exacto donde él está y no otro.
La realización de esta armonía es el aspecto práctico y objetivo del GRAN PROBLEMA. La práctica de la moralidad es el esfuerzo por descubrir esta esfera; y la moralidad misma es el hilo de Ariadna en el laberinto de Creta en el que el hombre se halla. Es de utilidad vana comprender intelectualmente la noción de ser la totalidad y Brahma (Dios), si esto no es realizado en los actos concretos de la vida. Usted no puede ser uno con TODO, a menos que todos sus actos, pensamientos y sentimientos sincronicen con la progresiva marcha de la naturaleza (…)
Hay una tendencia, en cada esfera de la naturaleza, de un acto a repetirse a sí mismo; de este modo, el karma adquirido en el último nacimiento precedente está siempre intentando forjar nuevos eslabones en la cadena y por medio de ello conducir a una existencia material continua; y esta tendencia sólo puede ser contrarrestada por la realización inegoísta de todos los deberes pertenecientes al ambiente en el cual una persona nace. (…)
La inactividad del cuerpo físico (sthula-sharira) no indica una condición de inactividad en los planos de acción astral o espiritual (…) lo que será fácilmente visto por cualquiera que examine la naturaleza de la dinámica oculta, en la que una cantidad dada de energía utilizada en el plano espiritual o en el astral es productora de muchos mayores resultados que la misma cantidad utilizada en el plano físico objetivo de la existencia (…) Similarmente los efectos últimos de energía espiritual son infinitamente más grandes que aquellos de energía intelectual.
Collected Writings. Vol. V, pp. 336-41
Publicado en “Teosofía en Argentina” No 36, Julio 2002 (El artículo no está completo)