LOS MAHATMAS TEOSOFICOS

H.P. BLAVATSKY

(“The Theosophical Mahatmas”, Path, dic. 1886) [Artículo por H. P. Blavatsky]

Lamento, sincera y profundamente, lo que he leído en el editorial de la revista El Mundo Oculto, publicada en Rochester y editada por la señora J. Cables, la devota presidente de la Sociedad Teosófica de allá, quien ha publicado un artículo de fondo con la colaboración del señor W. T. Brown. De antemano debo decirles que, ya, nada me sorprende; pues, durante los años, me he acostumbrado a tales declaraciones. Quizá los repentinos sentimientos de hastío por parte de la señora Cables sean naturales, en cuanto, jamás se le dio la oportunidad que el señor Brown tuvo. Es innegable que muchos teósofos comparten el estado de ánimo de Cables cuando escribe que: «después de un gran anhelo por ser puesta en comunicación con los Mahatmas Teosóficos, me percaté de lo inútil que era esforzar la vista psíquica hacia los Himalayas.» Aun se debe dirimir la cuestión de: si estas quejas son justificadas y si la culpa reside en los «Mahatmas» o en los teósofos. Ha sido un caso en vilo por muchos años y ahora hay que solucionarlo; pues las dos quejas declaran que: «no necesitan perseguir a Místicos orientales que niegan su habilidad de ayudarnos.» La última frase en letras bastardillas necesita un serio escrutinio. Pido el privilegio de presentar algunas observaciones pertinentes al caso.

Comenzaré por decir que el tono de todo el artículo es el de un verdadero manifiesto. Si lo condensamos y lo depuramos de sus expresiones Bíblicas enfáticas, se reduce a esta paráfrasis: «Hemos tocado a su puerta y no nos han contestado; hemos rezado por nuestro pan y nos han negado hasta una piedra.» La acusación es muy seria; sin embargo, quiero demostrar que es injusta.

Creo que es mi deber contradecir la veracidad de esta declaración, explicando y la situación en su totalidad; ya que me siento culpable, habiendo sido la primera, en los Estados Unidos, en hacer pública la existencia de nuestros Maestros. Así, expuse los nombres sagrados de dos miembros de una Hermandad hasta entonces desconocida en Europa y en América (excepto a unos pocos místicos e Iniciados en todas las eras), sin embargo sagrada y reverenciada en oriente y, especialmente, en la India. Todo esto causó una especulación y una curiosidad vulgares que medraron alrededor de esos nombres benditos y culminaron con un rechazo público. Quizá esta explicación beneficie a algunos e interese a otros.

Además, no quiero que nadie piense que pongo bajo mi égida de defensora y paladina a aquellos que no necesitan ningún resguardo. Me propongo, simplemente, presentar algunos hechos, dejando que la situación se juzgue conforme a sus méritos. A nuestros hermanos y hermanas, según los cuales: «han vivido alimentándose de cáscaras, persiguiendo dioses extraños,» sin recibir admisión, les preguntaría si: «¿están seguros de haber tocado a la puerta justa?» «¿Están seguros de no haber perdido el camino, deteniéndose, a menudo, en su viaje, en puertas extrañas tras de las cuales acechan los enemigos más fieros de los que ustedes buscan?» Nuestros Maestros no son «un dios celoso»; son simplemente mortales santos, sin embargo más elevados que cualquiera en este mundo, desde el punto de vista moral, intelectual y espiritual. A pesar de lo sagrado y adelantado que estén en la ciencia de los Misterios, aun son hombres, miembros de una Hermandad y son los primeros, en ella, que se muestran leales a sus leyes y reglas venerables. Una de las primeras reglas de la Hermandad exige que las personas que emprenden su camino hacia Oriente, como candidatos a los favores y consideración de los custodios de esos Misterios, deben seguir el recto camino sin detenerse en ninguna via secundaria, buscando unirse a otros «Maestros» y preceptores, a menudo de la Ciencia del Lado Izquierdo. Además, deberían tener confianza y mostrar paciencia en conjunto con varias otras condiciones a llenar. Si alguien fracasa en todas, desde la primera hasta la última, ¿qué derecho tiene a quejarse sobre la responsabilidad de los Maestros para ayudarle?

Es verdad: «¡Los moradores del umbral anidan dentro nosotros!»

Una vez que un teósofo aspira a convertirse en un candidato para el estado de chela o para recibir favores de los Maestros, debe estar consciente de la promesa mutua que las dos partes han contraído y aceptado tácitamente, si no formalmente y que tal promesa es sagrada. Es un vínculo por un período de prueba de siete años. Si durante este lapso, a pesar de las numerosas limitaciones y errores humanos del candidato (exceptuando dos, que es inútil especificar en la prensa), él permanece, a través de todas las tentaciones, leal al Maestro escogido o a los Maestros (en el caso de candidatos laicos) y fiel a la Sociedad fundada siguiendo sus deseos y bajo sus órdenes, el teósofo será iniciado en * * * y, a partir de entonces, se le permitirá comunicarse con su gurú sin reserva. Todas sus limitaciones, excepto aquella especificada, pueden ser soslayadas, pertenecen a su Karma futuro; sin embargo se dejan, ahora, a la discreción y al juicio del Maestro, el único que tiene el poder de determinar si, aun durante estos largos siete años, el chela recibirá el favor de comunicaciones ocasionales con su gurú y procedentes de él, a pesar de sus errores y los deberes incumplidos del chela. El gurú, estando minuciosamente familiarizado con las causas y los motivos que indujeron al candidato a cometer pecados de omisión o comisión, es el único capaz de juzgar si el momento es oportuno o inoportuno para animarlo; ya que solo él tiene tal derecho, porque, también él está bajo la inexorable ley de Karma, a la cual nadie, desde el zulú salvaje, hasta el arcángel supremo, puede sustraerse y el gurú debe asumir la gran responsabilidad por las causas que creó.

Así: la condición principal y la única indispensable en el caso del candidato o chela en período de prueba, es simplemente: una lealtad diamantina al Maestro escogido y a sus propósitos. Esta es una condición imprescindible pues, como ya mencioné: no se basa en algún sentimiento de celos, sino en la relación magnética entre los dos, la cual, cada vez que se interrumpe, es doblemente difícil restablecerla. Además: no es justo que los Maestros esfuercen sus poderes por las personas acerca de las cuales pueden, nítidamente, prever su curso y deserción final. Sin embargo: ¿cuántos, entre aquellos que, esperando lo que yo llamaría «favores por anticipación,» al no recibirlos, se decepcionan y, en lugar de repetir humildemente mea culpa, acusan a los Maestros de ser egoístas e injustos? Ellos interrumpen, intencionalmente, el sutil canal de comunicación diez veces durante un año y sin embargo, ¡esperan que cada vez se les readmita, siempre, sobre las bases antiguas! Conozco a un teósofo, del cual no mencionaré su nombre, pero espero que pueda reconocerse a sí mismo, que es un caballero tranquilo, inteligente y joven, un místico congénito quien, en su entusiasmo e impaciencia imprudentes, cambió Maestros e ideas una media docena de veces en menos de tres años. Empezó por ofrecerse como chela en período de prueba, dando su voto y fue aceptado. Después de un año quiso casarse, a pesar de las varias pruebas corporales de la presencia de su Maestro y numerosos favores que se le otorgaron. Los proyectos matrimoniales no se llevaron a cabo y él buscó «Maestros» por otros lados, convirtiéndose en un Rosacruz entusiasta. Después volvió a la teosofía como místico cristiano; luego trató de atemperar sus austeridades con una mujer y, al final, abandonó la idea y se entregó al espiritismo. Ahora se postula nuevamente, «para que se le readmita como chela» (tengo su carta); pero dado que su Maestro permaneció en silencio, él lo abjuró para buscar, repitiendo las palabras del manifiesto susodicho: «su antiguo Maestro Esenio para poner a prueba los espíritus en su nombre.»

La escritora, hábil y respetada, de la revista El Mundo Oculto y su secretario tienen razón y han escogido el único sendero auténtico en que, con una dosis muy pequeña de fe ciega, están seguros de evitar todo engaño y decepción. Ellos dicen: «Para algunos de nosotros es un placer obedecer al llamado del ‘Hombre de Dolor’ que no rechazará a nadie sólo porque es indigno o no ha acumulado un cierto porcentaje de mérito personal.» ¿Cómo pueden saberlo?; a menos que acepten el dogma cínicamente terrible y nocivo de la Iglesia Protestante que enseña el perdón del crimen más cruento, siempre que el asesino crea, sinceramente, que la sangre de su «Redentor» lo salvará en la última hora. ¿Qué es esto, si no fe ciega y antifilosófica? El sentimentalismo no es filosofía y Buda dedicó toda su larga vida de autosacrificio para alejar, precisamente, a la gente de esa superstición que engendra el mal. ¿Por qué mencionar a Buda? Porque la doctrina de la salvación mediante el mérito personal y el olvido de uno mismo es la piedra angular de su enseñanza. El binomio: editora de «El Mundo Oculto» y su secretario, puede haber «perseguido dioses extraños«; sin embargo no eran nuestros Maestros. Ellos «Lo han negado tres veces» y ahora, «con los pies sangrientos y el ánimo postrado,» quieren «pedirle (a Jesús) que los tome otra vez bajo su ala.» Ciertamente, el «Maestro Nazareno» los complacerá hasta aquí. Sin embargo «se alimentarán de cáscaras» y de «fe ciega.» Pero, en lo referente a esto, ellos son sus mejores jueces y nadie debería inmiscuirse en sus creencias privadas en nuestra Sociedad y esperemos que, debido a su reciente decepción, no se conviertan, un día en nuestros peores enemigos.

Ahora bien, a estos teósofos que se sienten desencantados con la Sociedad Teosófica en general, les diremos que nadie, jamás, les hizo ninguna promesa imprudente; ni siquiera, la Sociedad y sus fundadores ofrecieron sus «Maestros» como premio para los que se comportan mejor. Durante años, a cada nuevo miembro se le ha dicho siempre que no se le promete nada; ya que todo depende sólo de su mérito personal. Al teósofo se le deja actuar según su libre albedrío. Cada vez que él se sienta descontento, puede siempre probar en algún otro sitio, a menos que haya ofrecido su ser a los Maestros con la determinación de ganarse sus favores. Me dirijo, especialmente a este individuo y le pregunto: «¿Has cumplido con tus obligaciones y promesas? ¿Tú, que estás dispuesto a culpar a la Sociedad y a los Maestros, que son la caridad, la tolerancia, la justicia y el amor universales encarnados, has, quizá, llevado la vida teosófica y has cumplido con las condiciones necesarias para el que se convierte en un candidato? Que se levante y proteste aquél que sienta, en su corazón y conciencia, que jamás ha fallado seriamente, que nunca ha dudado de la sabiduría de su Maestro, que nunca ha buscado otro Maestro o Maestros en su impaciencia por convertirse en un Ocultista con poderes y que jamás ha traicionado su deber teosófico en pensamiento o en acción. Puede protestar intrépidamente, no será castigado ni reprochado y ni siquiera excluido de la Sociedad Teosófica, la más amplia y liberal en sus ideas y la más católica de todas las Sociedades conocidas o por conocer. Temo que mi invitación se quedará sin respuesta. Durante los once años de existencia de la Sociedad Teosófica, de entre los 72 chelas regularmente aceptados en prueba y los centenares de candidatos laicos, sólo tres no han, hasta la fecha, fracasado y sólo uno tuvo éxito completo. Nadie obliga a nadie a entrar al estado de chela. No se profieren promesas, excepto aquella contraida entre el Maestro y el chela aspirante. Es muy cierto que muchos son los llamados pero pocos los escogidos o podríamos decir que son pocos los que tienen la paciencia de ir hasta el fin amargo, si es que podemos definir amargo, la simple perseverancia y el propósito bien enfocado.

¿Qué decir de la Sociedad Teosófica en general, fuera de la India? ¿Quién, entre los millares de miembros, lleva la vida teosófica? ¿Sólo porque uno es un vegetariano rígido, como lo son los elefantes y las vacas; un célibe, si bien en su juventud fue lo contrario; un estudiante del «Bhagavad-Gita» o de la «filosofía Yoga» integral, se debería considerar un teósofo según el corazón de los Maestros? Como no es el hábito lo que hace al monje, ni es el pelo largo y un aspecto soñador en el rostro, nada de esto es suficiente para hacer de uno un seguidor fiel de la Sabiduría divina. ¡Mirad alrededor y observad nuestra llamada Hermandad Universal! ¿Durante estos once años de prueba en América y en Europa, en qué se ha convertido esta Sociedad fundada para remediar los males evidentes del Cristianismo, eliminar el fanatismo y la intolerancia, la hipocresía y la superstición y cultivar el real amor universal que se extiende hasta todos los reinos? Sólo en un aspecto hemos tenido éxito para que se nos considere más elevados que nuestros hermanos cristianos, los cuales, según la expresión gráfica de Lawrence Oliphant: «se matan en el nombre de la Fraternidad, combatiendo como diablos por el amor de Dios.» El aspecto en cuestión es que: hemos eliminado todo dogma y ahora estamos tratando de desembarazarnos, justa y sabiamente, hasta del último vestigio de autoridad nominal. Sin embargo, bajo cualquier otro punto de vista, somos tan malos como los cristianos: ¡entre nosotros hay chisme, calumnia, impiedad, crítica, un incesante grito de guerra y un estruendo provocado por las censuras mutuas; ¡todo esto es motivo de orgullo para el infierno cristiano! ¿Podemos suponer que todo lo antedicho sea culpa de los Maestros, los cuales se niegan a ayudar a los que ayudan a otros en el camino a la salvación y a liberarse del egoísmo—a fuerza de patadas y escándalo? ¿Cómo podemos pensar que somos un ejemplo para el mundo y los compañeros dignos de los ascetas sagrados que habitan en la Cordillera nevada?

Algunas palabras antes de terminar. Se me preguntará: «¿Quién es usted para que nos critique? Usted que afirma estar en contacto con los Maestros, recibiendo favores diarios de Ellos ¿es quizá tan santa, pura y digna?» Les contestaré que no lo soy. Mi naturaleza es imperfecta y limitada, mis defectos son muchos y muy evidentes, motivo por el cual mi Karma es más pesado que el de cualquier otro teósofo. Así es y debe serlo; ya que, durante muchos años, me han puesto en la picota como blanco para mis enemigos y también para algunos amigos. Sin embargo, acepto la prueba felizmente. ¿Por qué? Porque a pesar de todas mis limitaciones, estoy bajo la égida del Maestro, debido simplemente a que: durante 35 años y más, desde 1851, período en que vi al Maestro física y personalmente por primera vez, jamás lo negué, ni dudé de Él, ni siquiera en el pensamiento. De mis labios no ha salido un reproche ni un suspiro contra Él y nunca han entrado en mi cerebro, ni por un instante, bajo las pruebas más duras. Desde el principio sabía lo que me esperaba; ya que se me comunicó y siempre lo he repetido a los demás: tan pronto como uno incursiona a lo largo del Sendero que conduce al Ashram de los Maestros benditos, los últimos y únicos custodios de la Sabiduría y la Verdad primordiales, su Karma, en lugar de distribuirse a lo largo de su vida, se precipita sobre el candidato en masa, aplastándolo con su peso. Aquél que cree en lo que profesa y en su Maestro, sobrellevará la prueba, saliendo victorioso de ella. Aquél que duda, el cobarde que teme recibir lo que debe y trata de sustraerse al cumplimiento de la justicia, fracasará. No escapará al Karma para nada, pero perderá sólo eso por lo cual ha arriesgado sus visitas prematuras. Esto es el motivo por el cual lo he sobrellevado todo, a pesar de que el Karma me haya azotado constantemente y sin piedad, usando a mis enemigos como armas inconscientes. Me he sentido segura de que el Maestro no permitiría que pereciera y que siempre aparecería en la última hora y así lo hizo. Me ha salvado tres veces de la muerte y, la última vez, casi contra mi voluntad. Entonces volví al frío mundo cruel, inducida por el amor hacia Él, quien me enseñó lo que sé y me moldeó en lo que soy. Por lo tanto: cumplo con su trabajo y voluntad; esto es lo que me ha dado la fuerza leonina para soportar las sacudidas mentales y físicas, una de las cuales hubiera sido suficiente para matar a cualquier teósofo que dudara de la protección poderosa. Mi único mérito y la causa de mi éxito en Ocultismo, es una devoción inquebrantable hacia Él, quien encarna el deber que se me ha delineado y una creencia en la Sabiduría colectiva, de esa grande y misteriosa, sin embargo real, Hermandad de santos. Ahora repetiré las palabras del Paragurú, el Maestro de mi Maestro, el cual las envió como mensaje para los que querían hacer de la Sociedad un «club de milagros» en lugar de una Hermandad de Paz, Amor y asistencia mutua: «Mejor perezca la Sociedad Teosófica y sus desgraciados fundadores,» yo agrego que perezcan sus doce años de trabajo y sus vidas, en lugar de ver lo que estoy presenciando hoy: teósofos que eclipsan los «círculos» políticos en su búsqueda por el poder personal y la autoridad; teósofos que critican y difaman los unos a los otros como lo harían dos sectas cristianas rivales; en fin: teósofos que rechazan llevar la vida teosófica y luego critican y denigran a los hombres más nobles y grandiosos, los cuales, vinculados por sus leyes sabias y venerables, basadas en la experiencia de la naturaleza humana que tiene miles de años, no quieren interferir con el Karma ni subordinarse a las veleidades de cualquier teósofo que los invoca, ya sea que lo merezca o no.

Si no se instrumentan, rápidamente, reformas radicales en nuestras Sociedades americanas y europeas, me temo que, en breve, sólo permanecerá un centro de Sociedades Teosóficas y de Teosofía en el mundo entero, es decir: en la India. Hacia este país dirijo todas las bendiciones de mi corazón. Todo mi amor y aspiraciones pertenecen a mis hermanos amados, los Hijos de la antigua Aryavarta, la Tierra Natal del Maestro.

Path, December, 1886

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