H.P. BLAVATSKY
Madame Blavatsky, Acerca de «los Hermanos Himaláyicos «
Artículo enviado a la revista londinsense «Spiritualist» en Agosto 1882
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Caballero:
«Según la autoridad de un adepto (?) ellos, los teósofos y Madalne Blavatsky, son todos médiums bajo la influencia de espíritus inferiores.»
Esta es la frase que usted escribió en una reseña de la obra del señor Sinnett: «El Mundo Oculto», aparecida en la revista «Spiritualist» del 17 de Junio. A pesar de lo dudoso de la pertinencia de lo que dijo, no encontré, personalmente, mucho que objetar, especialmente cuando, en otra parte, me rinde el honor de expresar su convicción según la cual, (ya sea que me controlen espíritus buenos o malos), soy una «fuerte médium física» y este término excluye, al menos, la sospecha de que soy una embustera cualquiera. Por lo tanto: la presente no se dirige a Usted; sino a las afirmaciones de un pseudo «adepto». Antes de continuar, vale la pena presentar otro punto, de manera que se defina la situación lo más claro posible.
Como durante los últimos siete años he sido una de las personas más abusadas, me he acostumbrado a este tipo de tratamiento. Por lo tanto, ahora, ni siquiera tomaría una pluma para defender mi carácter. En realidad, no puedo hacer nada si las personas se olvidan que soy una mujer y, además, una anciana y si son tan incapaces de percibir que: si hubiese declarado ser algo especial en la creación, excepto una Teósofa y una de los fundadores de la Sociedad Teosófica, mi posición, material y social, recibiría mejor consideración en el mundo. Sin embargo, no obstante la persecución y la oposición encontradas, sigo siendo una Teósofa y lo declaro abiertamente, así no puedo ser la charlatana y la farsante que algunos piensan que soy, los insensatos no pueden discernir y los sabios no están dispuestos a captar lo incoherente de tal acusación y, usando las palabras de Shakespeare, diremos: «La demencia, en los dementes, no es tan evidente
Como lo es en los sabios, cuando la agudeza disminuye.»
Por lo tanto: no pido espacio en vuestras columnas para defenderme; pero sí para contestar a uno, cuyas declaraciones autoritarias, han volcado el sentido de la justicia en varios Teósofos en la India y, así, quiero resguardarlos porque se merecen todos los sentimientos de reverencia que mi naturaleza puede expresar .
Recientemente, un nuevo corresponsal se ha ganado un sitio prominente en vuestro periódico a pesar de que sea uno de estos individuos peligrosos y casi anónimos que se aprovechan de su privilegio literario, ocultando su verdadera personalidad tras de una o dos iniciales, evitando, entonces, asumir su responsabilidad. Se define un «adepto», lo cual es simple decirlo; pero ¿puede probarlo? En primer lugar: la actitud que los espiritistas y los escépticos en general asumen hacia un «adepto», a pesar de que venga del Tíbet, de la India o de Londres, es siempre la misma, Los escépticos seguirán llamándolo un impostor; mientras los espiritistas lo considerarán un médium o un prestidigitador, también cuando les probara sus poderes, Ahora bien: cuando vuestro «J.K.» declara, en la revista «Spiritualist» del 24 de Junio, que los «fenómenos concernientes al verdadero adeptado se encuentran en un plano totalmente distinto al del ‘Espiritismo»‘, arriesga, o mejor dicho, es cierto, que los escépticos y los espiritistas le echen en cara todos los mencionados reniegos. El podría ignorar tales epítetos si sólo probara lo que declara, esto es: los poderes que otorgan a una persona el título de un iniciado. Sin embargo, vuelvo a preguntar: ¿está listo a demostrar lo que afirma? En primer lugar: el lenguaje que emplea no es el de un verdadero adepto. Es totalmente dogmático, autoritario y pletórico de insultos contra los que aun no se ha probado que son peores o inferiores a él. Además: no logra convencer las mentes de los profanos ni de los que saben algo de los adeptos e iniciados, estando conscientes que quien les habla no es uno de estos grandes seres. Se define un adepto cuyo «Hierofante es un señor occidental»; pero, después, confiesa su completa ignorancia sobre la existencia de un grupo ¡que un verdadero adepto no puede desconocer! Uso el verbo «no puede» porque, en todo el globo, no existe ningún neófito aceptado que ignore la existencia de la Fraternidad Himaláyica, La autorización para recibir la última y suprema iniciación, la verdadera «palabra susurrada», puede proceder sólo de esas fraternidades en Egipto, en la India y en el Tíbet y «Koot Hoomi Lal Singh» pertenece a una de ellas. Es cierto que existen «adeptos» y adeptos, los cuales difieren entre ellos; así como hay adeptos en más de un arte y ciencia. Por ejemplo: en América conozco a un zapatero que se hace publicidad diciendo que «es un adepto en el gran arte de la producción de coturnos parisienses.» J.K. habla de Hermanos «en el plano del alma», de «la Cábala divina que culmina en Dios», de la «magia de los esclavos» y así sucesivamente. Esta fraseología me comprueba, de forma perentoria, que es simplemente uno de estos diletantes en el ocultismo occidental que, hace algunos años, estaban bien representados por los «egipcios y argelinos» nacidos en Francia, los cuales leían el Tarot y colocaban a sus visitantes dentro de círculos encantados con un Tetragrammaton inscrito en el centro. Con esto, no quiero decir que J .K. es uno de ellos, le pido que me entienda. Como no sé quién es y, además, se oculta tras sus dos iniciales, no seguiré su ejemplo grosero y no lo insultaré por todo esto. Pero quiero reiterar que: tristemente, su lenguaje lo delata. Si es un cabalista, él y su «Hierofante» son simplemente los discípulos autodidactas de los llamados Cabalistas «cristianos» medievales, de los adeptos que, como Agrippa, Khunrath, Paracelso, Vaughan, Robert Fludd y otros, revelaron su conocimiento al mundo sólo para ocultarlo mejor y jamás, en sus enseñanzas, dieron la clave para entenderlo. Con estilo engolado afirma su conocimiento y poder, juzgando a personas que desconoce y no puede saber nada acerca de ellas.
He aquí lo que escribe de los «Hermanos»: «Si son verdaderos adeptos, no han mostrado mucha sabiduría mundana; ya que la organización que debería difundir su doctrina es un fracaso completo, en cuanto los miembros de la Sociedad Teosófica desconocen y no practican ni los primeros principios psíquicos y físicos de la Teosofía y de la ciencia oculta auténticas.»
¿Cómo puede saberlo? ¿Acaso los Teósofos lo han tomado en su confianza? ¿Si sabe algo acerca de la Sociedad Teosófica Británica, qué puede saber de las de la India? Si pertenece a alguna de ellas, entonces es desleal a todo el grupo y es un traidor. En caso de que no pertenezca a ninguna ¿qué puede decir de sus miembros, dado que la Sociedad Teosófica en general y especialmente sus secciones esotéricas que integran sólo unos pocos «escogidos», son grupos secretos?
Mientras más leo con atención su artículo, más quiero reírme del tono dogmático que lo imbuye. Si fuese un espiritista, sospecharía una buena «tramoya» de John King, cuyas iniciales están representadas en J.K. Que este maravilloso Hermano del «Círculo Hermético Occidental en el plano del alma» aprenda algunos hechos acerca de los adeptos en general, antes de que se cubra aun más de ridículo.
(1) Ningún verdadero adepto, bajo ninguna circunstancia, revelará lo que él es al profano. Ni trataría con desaire a las personas que, ciertamente, no son más ridículas y, en muchos casos, más sabias que él. Aunque los teósofos fueran estas pobres criaturas descarriladas que él describe, un verdadero adepto los ayudaría en lugar de escarnecerlos.
(2) Jamás hubo un Iniciado auténtico que desconociera las secretas Fraternidades orientales. No es Eliphas Levi quien negaría su existencia; ya que la afirma. Aun P .B. Randolph, ese maravilloso, aunque errático genio americano y vidente semiiniciado, quien consiguió su conocimiento en el oriente, tuvo buenas razones para saber de la existencia actual de las Fraternidades, como sus escritos comprueban.
(3) Quien habla con énfasis de su sabiduría oculta y afirma practicar sus poderes en el nombre de algún profeta, deidad, o Avatar particular, es, en los mejores de los casos, un fanático místico. No puede ser un adepto en el sentido oriental, un Mahatma, porque el matiz de su religión dogmática particular afectará y empañará su juicio.
(4) La gran ciencia que el vulgo llama «magia» y sus adeptos orientales Gupta Vidya es universal, por lo tanto incluye a toda ciencia; ya que es el cenit del conocimiento, constituye la perfección de la filosofía y como ya se ha dicho, no puede circunscribirse a ninguna nación o localidad geográfica particular. Como la Verdad es una, también el método para alcanzar su máxima versación debe ser, necesariamente, uno. No puede fragmentarse porque, una vez fraccionada, cada parte, dejada a sus propios recursos, análogamente a los rayos solares, divergirá, en lugar de convergir hacia su centro, la meta ultérrima del conocimiento. Estas partes pueden volver a ser el Entero, sólo reuniéndolas, de otra manera, cada fragmento será sólo un fragmento.
Se debe recordar esta verdad, que podría definirse como matemáticas elementales para la infancia, a fin de refrescar la memoria de ciertos «adeptos» bien dispuestos a olvidar que la «Cábala Cristiana» es simplemente una fracción de la Ciencia Oculta Universal. Si creen que ya no tienen nada que aprender, mientras menos se dirijan a los » Adeptos Orientales» para información, mejor será para ambos. Existe sólo un camino real hacia la «Magia Divina», si uno lo descuida y lo abandona para dedicarse a una de las sendas que divergen de éste, se encontrará perdido en un laberinto interminable, como acontece al viajero que vaga a solas. Supongo que la Magia se remonta a milenios antes de la era cristiana; por lo tanto: ¿si así es, deberíamos pensar, como lo hacen nuestros amigos eruditos, los «Cabalistas Modernos», que era toda Magia Negra practicada por la «Vieja firma del Diablo y Co.?» Sin embargo, haciendo eco a toda persona que sabe de lo que está hablando, diré que no es así para nada y J.K. parece ignorar, completamente, hasta la enorme diferencia existente entre un Cabalista y un Ocultista. ¿Está o no está consciente de que la relación entre un Cabalista y un Ocultista es análoga a aquella entre una pequeña colina a los pies de los Himalayas y el monte Everest y que cuanto se conoce como Cábala hebraica de Simón Ben Jochai, es la versión desfigurada de su fuente primordial, el Gran «Libro Caldeo de los Números»? Además: ¿se ha percatado de que la Cábala, con su adaptación a la Dispensación Hebraica, su internacional Angelogía y Demonología entreveradas, sus Orfieles, Rafaeles y Tetragramas griegos, es una copia endeble de la Cábala.caldea? Entonces: la Cábala de los alquimistas cristianos y los rosacruces es, simplemente, la edición torturada de la hebraica.
Al centralizar el Poder Oculto y su curso de acción en algún Dios o Avatar nacional, que sea Jehová o Cristo, Brahma o Mahoma, el cabalista se aleja aun más de la Verdad axial una.
Sólo el Ocultista, el adepto Oriental es, merced a su Espíritu Divino, un Hombre Libre y omnipotente, conforme a como lo puede ser en la tierra. Se ha emancipado de todas las concepciones humanas y cuestiones secundarias, es uno con un Sabio Caldeo, un Mago Persa, un Teúrgo Griego, un Hermético Egipcio, un Rahat Budista y un Yogui Indo. Ha reunido en un fajo todas las fracciones separadas de la Verdad ampliamente dispersas en todas las naciones y en sus manos tiene la Verdad Única, una antorcha de luz que ningún viento puede torcer, apagar o hasta hacer temblar. Tampoco es Prometeo, quien robó
una porción del Fuego Sagrado, por lo cual fue encadenado en el monte Cáucaso mientras los buitres le devoraban los intestinos.
Ya que el Ocultista se ha asegurado el Dios dentro de él y no depende de la veleidad ni del capricho de las deidades del bien o del mal.
Es cierto: «Koot Hoomi» menciona al Buda. Pero no porque los hermanos lo consideran como Dios o «un Dios»; sino porque es el Patrón de los Ocultistas Tibetanos, el Iluminado y el adepto más grande de todos, cuyo Espíritu Divino o el «Yo-Dios», lo inició en los misterios del universo invisible. Entonces, cuando uno dice que imita «la vida de Cristo», de Buda, Zoroastro o de cualquier otro hombre en la tierra que alguna nación en particular lo escogió como su Dios y líder, muestra que es un fanático hasta en la Cábala, una fracción de la «Ciencia Universal» una, el Ocultismo, que es prehistórico y coetáneo con la inteligencia. El Sol brilla tanto para los profanos asiáticos como para los cristianos europeos y me agrada decir que su esplendor es más glorioso para los primeros.
Para concluir: es suficiente considerar esa frase, cuya paternidad es muy dudosa y es más apropiada a la pluma de un jesuita que a la de un cabalista; ya que facilita la suposición que los «Hermanos» son sólo una rama de la vieja y establecida firma del «Diablo y Co», para estar convencidos que J.K. no sabe nada, excepto un poco de «Abracadabra» entresacado de un antiguo manuscrito polvoriento del Cabalismo cristiano. Sus oraciones altisonantes, que quieren aparentar algo que él no es, pueden producir alguna sensación en el profano rudimentario o en un espiritista inocente.
Por supuesto, no es necesario ir al Tibet o a la India para encontrar algún conocimiento y poder: «los cuales están latentes en cada alma humana». Sin embargo: la obtención del conocimiento y del poder más elevados exigen, no sólo muchos años de estudio severísimo, iluminado por una inteligencia superior y una intrepidez que nada puede detener; sino también muchos años en retiro en una soledad relativa, asociándose sólo con estudiantes que siguen el mismo objetivo en una localidad donde la naturaleza conserva, como el neófito, una inmovilidad absoluta e initerrumpida, un verdadero silencio, donde el aire es libre de toda influencia mefítica por centenares de millas, la atmósfera y el magnetismo humanos son absolutamente puros y la sangre de los animales no es derramada. ¿Acaso estas condiciones son accesibles en Londres o hasta en las aldeas inglesas más remotas?
H.P. Blavatsky Bombay, 20 de Julio